CAPÍTULO 3 ADAM.
Era imposible no sentirme observado, todos me miraban y lo peor era que lo hacían para burlarse. Llegué a clase unos minutos antes de que sonara aquel irritante timbre que ordenaba la reclutación de todos aquellos jóvenes alborotados con ganas de vivir, en una sombría y aburrida clase. Entré rápido y me senté directamente en mi pupitre no sin antes mirar la silla, no, no me fiaba de ellos y de la maldad que reflejaban sus ojos cuando me miraban. Berta no tardó en llegar, era nuestra profesora de literatura, la misma que el pasado día nos anunció que íbamos a hacer un trabajo por parejas, estaba asustado, yo no tenía amigos en el instituto. Había recurrido a la profesora contándole mis problemas para relacionarme con los demás pero su respuesta fue directa, eramos pares, nadie iba a hacer el trabajo solo. Sacó un papel escrito por una sola cara de aquel oscuro maletín que siempre llevaba con ella y dio un golpe a la mesa para llamar la atención. Los alumnos callaron y empezó a decir nombres de dos en dos, eran las parejas para el trabajo. Estaba impaciente por saber con quién me había tocado, deseaba que fuese Alice aunque nuestra relación no fuera muy buena, más bien era pésima. Oír mi nombre me despertó de mis pensamientos, me había tocado con Silvia. ¿Quién era Silvia? No lo recordaba. Necesité unos minutos para darme cuenta de que era la única chica que había hablado conmigo desde que había llegado al instituto. Estaba desilusionado, no me había tocado con Alice como deseaba, no es que tuviera queja, Silvia era maja, y no era fea, más bien era mona pero cuando hablaba con ella sentía que estaba fallando a Alice. Bueno, sólo era un trabajo de unos cuantos días.
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