viernes, 29 de marzo de 2013

El verano.

El color cálido invadía todos los rincones de la ciudad. Aquellos rayos de oro volvían a calentar un año más. Siempre producían en mí la misma sensación, era como tener un dragón escupiendo fuego en mi interior. Ir a la piscina se convertía en rutina, sentir el agua fría recorriendo mi cuerpo me relajaba. La playa se encontraba lejos de mi ciudad y como todos los años añoraba sentir la brisa marina revolviendo mi pelo cada mañana, recorrer el inmenso pasillo de arena que bordea aquella gran piscina salada. Mi cuerpo era dueño de sus movimientos que solían ser torpes y secos

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